
Divagando se me vino esta clásica pregunta que cualquiera ha escuchado muchas veces en su vida: ¿Qué es primero el huevo o la gallina? para poner en duda el origen de alguna acción o hecho en la cual no hay claridad, y de cierta forma no se quiere ahondar en su origen.
Y entonces tuve una idea: El huevo, ya que hay evidencias que las gallinas descienden de la línea animal donde fueron precedidas por animales que coinciden con las líneas de animales que son ovíparos, como los reptiles y peces, por lo tanto, la primera gallina vino de un huevo, después el huevo de gallina. Sin embargo, los puntos importantes a considerar, son ¿cuándo la gallina comenzó a considerarse gallina? y ¿cuando el huevo se considera de gallina, cuando da origen a una gallina o cuando proviene de una gallina?
Después de escribirlo, orgulloso pensé “voy a revisar en internet a ver si alguien llegó a mi misma conclusión”, y claro que sí, hay muchas explicaciones que. en esencia son la misma conclusión. Hasta encontré un diagrama (que adapté), el cual explica gráficamente la existencia del huevo antes de la gallina.

Pero también me encontré con otras perspectivas bien interesantes como la de Carlos Martín, donde ve el problema desde una posición lamarkiana y otra darwinista.
Si creemos que una proto-gallina fue capaz de cambiar sus características y transmitirlas a su estirpe. Lo primero fue la gallina y por tanto podríamos considerarnos lamarkistas.
Si creemos que una proto-gallina puso un huevo de gallina con suficientes cambios genéticos (por mutación) o por un proceso de lenta adaptación, de manera que su estirpe sería más apta que sus competidores a reproducirse. Lo primero fue el huevo y por tanto podríamos considerarnos darwinistas.
Entonces la respuesta depende de las definiciones establecidas por la sociedad en la que vivimos, lo que finalmente, como en muchos otros dilemas, no entrega una respuesta verdadera a la pregunta, porque ni la definición contempla la solución de un dilema como este, ni el estándar conceptual va a resolverlo por imposición.
Al final, esto nos muestra que hay argumento para todo, y que la realidad la construimos sobre conceptos y acuerdos sin limites claros.